ARTÍCULO DE USUARIO: Cúrratelo y suda

ARTÍCULO DE USUARIO: Cúrratelo y suda

de Noticias Recon

28 septiembre 2020

Como crecí al principio de los años 2000, siempre me regalaban cajas de regalo de Axe que no quería, en plan regalos de familiares que solo querían cumplir y que pensaban que era lo más inofensivo para un adolescente.

Hay una parte en la zona frontal del cerebro que se llama bulbo olfativo. Esta es la parte del cerebro que rige los olores y los sabores y envía la información a las otras zonas de control central del cuerpo para que las vayan procesando. Los olores van directamente al sistema límbico, inclusive al hipotálamo, las regiones relacionadas con las emociones y la memoria. Siempre que me llega el olor de Axe Africa, me acuerdo de esos regalos de Navidad decepcionantes y de las clases en las que los chicos se echaban demasiado, yo incluido.

La olfactofilia consiste en la excitación sexual a través del olor corporal. Este fetichismo se centra sobre todo en los olores del cuerpo de la otra persona; sin embargo, esto puede variar y derivar en un montón de ramificaciones y opciones.

El espectro de opciones es bastante amplio, mientras que a algunos les gusta el aroma de un sobaco un poco sudoroso, otros prefieren el olor de un jockstrap usado durante 10 días – varía mucho dependiendo de la persona.

Hay un recuerdo que tengo grabado de forma especial entre todos los demás. En una excursión del cole a Gales, recuerdo que estábamos en la habitación de una residencia y el ultimo día empecé a guardar mis cosas. Era el último que quedaba y me di cuenta de que uno de mis compañeros de habitación (vamos a llamarle Dan) se había olvidado una camiseta. La calidad de los chicos de mi cole era bastante baja, pero Dan estaba bien a veces aparecía entre mis inspiraciones para hacerme una paja. La recogí y la olí, el olor de su sudor fuerte rezumaba en la prenda sucia, e hice lo que haría cualquier joven salido– la mangué.

Debería decir que todas las cosas con olor de otros tíos con las que me he quedado a lo largo de los años, me las han regalado, y hasta donde yo sé, no he robado (intencionalmente) nada desde entonces, pero el hecho de coger esa camiseta y el olor que me ponía, la verdad es que me indicaron la ruta a seguir para descubrir mi fetichismo por los olores corporales.

Al final de la adolescencia y cuanto empecé a ser un veinteañero fui mucho a discotecas por la noche, hubo mucho sexo y exploré mucho mis fetichismos. Con las discotecas y el clubbing vinieron los bailes, sudar y liarme con un montón de tíos en las pistas de baile o en los servicios. Conocí a varios a hombres que, al inicio algún tipo de ligoteo en la pista de baile o en el cuarto oscuro, me olfateaban los sobacos y acababan decepcionados al encontrarse con una peste fuerte al desodorante Sure. Aún recuerdo lo incómodos que eran esos encuentros y la vergüenza que pasaba yo, sobre todo porque entendía perfectamente su decepción. También recuerdo que estuve viendo un tiempo a un tío más mayor que, después de nuestro primer encuentro sexual, me dijo "esta es la última vez que te pones desodorante cuando follemos". Mi respuesta normal habría sido en plan ''que te jodan, tío'', pero la verdad es que fue la confirmación que quizás necesitaba en ese momento y me permitió sentirme más cómodo conmigo mismo y con mis morbos sexuales.

La sociedad nos bombardea con productos que perpetúan el hecho de estar siempre pendientes de nuestro cuerpo, más intensamente en el caso de las mujeres, pero como hombre gay que estaba creciendo en un mundo regido por las normas heterosexuales, podría decir que siempre hay un auto sentimiento sutil (o no tan sutil) de inferioridad.

El pensamiento de ser criticado de forma negativa por cualquier cosa, inclusive por tener el olor incorrecto, crea una ansiedad que con frecuencia queda incorporada en la psique de los hombres gay, y puede llevar mucho tiempo rectificar todo eso – algunos nunca lo rectifican. La exploración del ambiente fetichista me ha ayudado a enfrentarme a muchas ideas y concepciones de lo que es ser un hombre gay y celebrar y dar rienda suelta a mi sexualidad.

Desde un punto de vista más profundo, mi exploración fetichista del sudor y los olores corporales me ha hecho ser más consciente de mi cuerpo (y del de los demás), y del poder de los juegos de olores que llevan a una atracción sexual animal. También me ha abierto muchas otras opciones – lo he flipado en sesiones fetichistas de pies en las que mis calcetines apestosos puestos durante siete días han sido literalmente venerados, y he vendido mogollón de pares a través de internet. Recuerdo la primera vez que un Amo me ató las manos y me hizo esnifar sus zapatillas mientras le miraba directamente a los ojos y me di cuenta del intercambio de poder que trae todo eso.

También he descubierto que es un fetichismo que puede ser sutil y poderoso a la vez mientras exploras y navegas por las diferentes experiencias que vas teniendo – sé que si un tío empieza a merodear por la zona de mi sobaco o si acerca la nariz a mi bragueta, es probable que me lo vaya a pasar bien.

Las feromonas del sudor de un hombre son el androstadienol y la androstadienona (gracias, Wikipedia). En realidad, con compuestos inodoros expulsados por las glándulas sudoríparas. Las feromonas después se convierten en androsterona y androstenol que tiene un olor más fuerte – esto a su vez, afecta a la actividad cerebral. Esta feromona natural crea una respuesta animal en mi interior. Para mucho el sudor de algunas personas huele genial – muchos no comparten esa opinión, pero para mí es un gran indicador de la compatibilidad sexual.

He descubierto que en lo que se refiere a mi propio olor a hombre, hay un poco de gestión manual. Uso sal de roca, que es un desodorante natural que neutraliza en olor corporal hasta un punto en el que es inofensivo para aquellos con los que los tengo que interactuar, pero eso no enmascara completamente el sabor de mi sudor cuando un tío me está lamiendo el sobaco o cuando está pasando la nariz por él.

No estoy defendiendo que todo el mundo deje de usar desodorante y colonia, a veces la mezcla de sudor y una nota sutil de colonia también me pone. También soy consciente de que mucha gente no huele bien, y solo hace falta estar en un bus de Londres que esté lleno en julio para desmontarme los argumentos de por qué el olor natural de una persona puede ser genial.

Creo que hay muchas ideas preconcebidas sobre la Olfactofilia – la primera es que no voy por ahí oliendo a la gente como un perro, ni tampoco voy mangándole prendas a la gente para esnifarlas mientras me hago una paja (excepto en esa ÚNICA ocasión). La olfactfilia puede tener formas diferentes como por ejemplo darle un abrazo a un amigo y decirle que huele bien (ah, tengo un montón de amigos gay que huelen bien) o incluso frotar la nariz en el pecho, el sobaco o el paquete de un tío.

La lección que he aprendido a través de mi exploración del fetichismo del sexo y de los diferentes juegos es que es una experiencia multisensorial.

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