ARTÍCULO DE USUARIO: Que me laman las botas

ARTÍCULO DE USUARIO: Que me laman las botas

de Noticias Recon

08 abril 2020

Por TankTop

Hace décadas, cuando tenía unos 21 años, estaba en un laboratorio informático en la uni, rodeado de estudiantes que estaban haciendo proyectos y mientras tanto yo me metí en un chat y estaba hablando con un tío sobre sesiones de sexo intenso. Por primera vez en mi vida alguien me dijo que quería ponerse a cuatro patas y lamerme las botas. Solo con el objetivo de poner la lengua sobre el cuero y darle unos buenos lametazos, para enseñarme cuánto quería servirme antes de empezar a ponerse a servirme de verdad. Terminé esa conversación, me puse de pie y me di cuenta de que tenía la pierna mojada por debajo de los vaqueros y llena de líquido preseminal. Fue la primera vez en mi vida que tenía líquido preseminal – y solo hablando de sexo. Que me laman las botas es la única cosa que hace que me salga líquido preseminal, a saber por qué.

El hecho de lamer botas es un acto que se entiende en todo el mundo como un gesto de sumisión profunda; no se puede dejar más clara la diferencia de poder entre dos tíos. Como con todos los fetichismos, a algunos les encanta, a otros les da igual y a la mayoría les da asco. Algunos tíos han pasado de mí porque he insistido en incluirlo en todas las sesiones que me monto, y no, no me vale solo con los pies. Entonces, ¿por qué insistir—además de porque me ponga cachondo?

Es un filtro. Todo el mundo puede hablar del rollo Amo/sumiso, pero es lo mejor para saber rápidamente si te vas a entender con el otro tío. El hecho de lamer las botas es el test que uso como Amo que busca juegos de intercambio de poder: es real, es profundo, sin embargo, nadie se tiene que desnudar, no hace falta nada más. Les decía a los tíos que me lamiesen las botas en las escaleras antes de entrar en mi piso y antes de dejarles entrar. También se puede hacer en la parte de delante de un bar de cuero para ver si el tío merece la pena para llevarle a la parte de atrás. Les digo a los tíos que se ponen en contacto conmigo por internet para vernos en un evento que se acerquen, se agachen y me chupen las botas cuando nos veamos. Muy pocos lo hacen, y esos son los que me gustan a mí.

Poco sumisos entienden cómo pueden mostrar sus habilidades gracias a esto: ¿las lamen con la lengua extendida y bien húmeda? ¿Las lamen enteras? ¿Están intentando poner cachondo al Amo? ¿Qué iniciativa toman? ¿Piden permiso para tocar la bota, para acariciarla, para agarrarla con las dos manos mientras me las trabajan, haciendo bien visible su devoción hacia mí? ¿Se quedan en la parte superior o se acercan y se concentran en la suela? Es el momento de impresionarte mostrando lo dedicado que están al cuerpo y a la polla del Amo – una buena sesión lamiendo las botas debería dejar al Amo con ganas de querer meterle más cosas en esa boca.

¿O por el contrario intenta hacerlo tan rápido como sea posible, como la mayoría? ¿Intentado pasar del cuero a la piel de mi pierna y más arriba? ¿Hay bien de saliva o le estoy poniendo tan nervioso que se le ha quedado la boca seca? ¿Está intentado pasar los labios por el cuero como si lo estuviese lamiendo con la lengua? ¿Es como si fuese un obstáculo antes de satisfacer sus necesidades reales –que le den rabo, que le azoten, que le trabajen los pezones, lo que sea—o su fetichismo consiste en satisfacer a su Amo? Esa última parte es clave.

Curro con estas botas puestas. Hago cruising con estas botas. Y follo a saco con estas botas—siempre las tengo puestas. Se trata de venerar mis botas y venerar el origen del sexo y de mi poder. Cuando un sumiso se pone a cuatro patas para chuparlas, sé que lo acepta. Me hace saber que está ahí para mí, para hacer lo que yo quiera.

El consentimiento es crucial. Dejo bien claro que esto es lo que espero cuando quedan conmigo y tomo nota de cuáles son los límites—y me esforzaré en limpiar las botas con agua y abrillantarlas antes de quedar (pero no se lo digáis a nadie, para que no piensen que me estoy haciendo un blandengue).

Tampoco lo hago en público a menos que sea en un lugar en el que ese fetichismo sea apropiado: bares de cuero, eventos como MAL, festivales en la calle como Folsom. Puede que sea sorprendente cuando no te gusta el fetichismo, y eso es algo a tener en cuenta para no molestar a nadie. Lo que es extraño es que, aunque el rollo de lamer botas es algo que se vea con frecuencia en los vídeos y en los libros, incluso en ambientes fetichistas, hay opiniones encontradas. Si me chupan el rabo en un bar en Berlín, no pasa nada, pero si me lamen las botas, sé que me van a empezar a mirar. No obstante, es la mejor publicidad que puede darte un sumiso para ti y para él mismo: todo el mundo va a ver que vas en serio.

Siempre que estoy con mi sumiso favorito en algún evento, hacemos un experimento en el que él, completamente vestido, se agacha y empieza a lamer. El resultado siempre es el mismo: nos hacen mogollón de fotos, y aunque esté hasta arriba, la gente se aparta unos dos metros—aunque sea la zona más llena del Folsom Street Fair en San Francisco donde no cabe ni un alfiler. En esa ocasión fue como separar las aguas del mar, había gente mirando un poco molestos por lo que yo considero el juego previo más inocente en plan S&M.

Por cierto, ni se te ocurra tocar al sumiso mientras está en ello. Ya se ha expuesto suficientemente, física y emocionalmente, lamiendo botas en público, y se encuentra perdido sirviéndote y con la cabeza bajada sin saber qué pasa alrededor. No le hace falta que le des un azote en el culo para mostrarle tu aprecio—ya lo haré yo. Afortunadamente, mis amigos están tan acostumbrados a que pase todo esto que se ponen alrededor del sumiso para protegerle mientras seguimos hablando entre nosotros.

El único problema es la falta de contacto visual directo, ya que el sumiso está mirando hacia el suelo. No puedes compartir ese momento con miradas intensas. A menos que, claro, le pida al AMO que se siente para que le pueda mostrar lo experimentado que es el cerdo que le está sirviendo, y cuánto le venera a su AMO, empezando por las suelas...

Si quieres compartir una historia de tu viaje fetichistas en un artículo de Recon, envía tus ideas o un borrador a: social@recon.com

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