DOMINION: El Juego, Parte 2

DOMINION: El Juego, Parte 2

de Noticias Recon

22 marzo 2021

El frenesí se había terminado hacía bastante tiempo. Master me había follado hasta que amaneció. Tenía el cuerpo hecho polvo. La sesión de azotes con vara de la noche anterior me había dejado el ojete más sensible de lo normal. Me corrí mogollón y tenía una sensación de dolor y de estar súper abierto a la vez. Me dolían hasta los abdominales de las contracciones anales.

Suelo llorar cuando entro en ese espacio mental, y eso le pone al sádico de mi Master incluso más. Con la follada de anoche, los golpes con la vara, y los orgasmos anales, me quedé KO, lo cual Le excitó aún más para follarme más a saco. Fue sin parar, me dio tanta caña en el ojete que se me nublaba la vista cada vez que me empotraba. Me preñó 3 veces y se meó dentro de mí dos. Me dejó el ojal tan sensible que cuando me preñó, parecía como si me estuviese meando, y cuando me meó, parecía que me estaba escupiendo lava a borbotones justo dentro del culo.

Cuando al final pronuncié la contraseña de seguridad, volvió a poner esa sonrisa malvada, hermosa y viciosa que me encanta y se sacó el rabo. Eso me hizo tener otro orgasmo anal y observó con curiosidad cómo se retorcía mi cuerpo con una oleada final de éxtasis. Me quedé dormido con ese delicioso ardor en el culo, con el olor de la crema hidratante y con los primeros rayos de sol alcanzándome los ojos.

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Ese lunes, cuando me estaba preparando para ir al gimnasio, vi que mi bolsa pesaba más de lo normal. Me encontré con el plug favorito de mi Master (y el más grande) y con mi cinturón de castidad. Lancé un suspiro. Aún tenía el culo resentido de la sesión del finde, y me llevó más tiempo de lo normal limpiar el plug y metérmelo; hizo que me empalmase de forma instantánea, por lo que tardé aún más en ponerme el cinturón de castidad. Lo peor de todo era que ese plug se podía controlar a distancia. ¿En qué demonios me había metido?

Hasta que no me puse la ropa del gimnasio en el vestuario no me di cuenta de la petición malvada de mi Master. Los pantalones cortos ajustados dejaban poco a la imaginación y la jaula en la que me había metido la polla se veía claramente. Además, los pantalones cortos también me ayudaban a mantener el plug metido en el culo. Sentí que me miraba todo el mundo cuando me dirigía a la sala y me iba poniendo cada vez más rojo. Las barras de metal de la jaula que me obligaba a estar en castidad sobresalían por delante, y si no te fijabas bien, parecía que iba empalmado. Algunos empezaron a sonreír cuando se dieron cuenta de lo que estaba pasando. La cosa se puso peor cuando me di cuenta de que ese día hacía pierna y todos los movimientos que tenía que hacer iban a hacer que el plug me apretase la próstata aún más. La polla se me puso a escurrir de forma descontrolada. Cuando me levanté de una de las máquinas, había un charco de líquido preseminal. Algunas de las musculocas que había cerca se rieron a carcajadas y me puse rojo como un tomate al limpiarlo.

Estaba agachado con las cuerdas en medio de mi rutina cuando el plug me dio la primera sacudida de placer. Tenía el ojete al rojo vivo de estar haciendo sentadillas, y una parte de mí quería parar, pero tenía miedo de que si no terminaba la rutina normal de entrenamiento, Master se enteraría. Un rincón paranoico de mi mente sabía que Él estaba cerca, observándome. La intensidad y la duración de las vibraciones aumentó y acabé teniendo un orgasmo anal. Sabía que todo el mundo podía oír perfectamente el plug vibrando dentro de mí. Apreté los dientes para no llorar al sentir todas esas sensaciones atravesando mi cuerpo, y que el plug, al irme invadiendo por dentro, hacía cada vez más fuertes. Mi ojete intentó escupir el plug con cada contracción, pero los pantalones cortos del gimnasio lo mantenían dentro de mi culo, haciendo que las contracciones fuesen aún más fuertes. Me fui corriendo al servicio de los vestuarios y cuando me senté, oí que sonaba mi móvil. Era mi Master.

"¿Todo va bien?" me preguntó con una inocencia que me puso furioso. Incluso al hablarme, podía sentir que había subido un par de niveles la intensidad del plug. Me temblaban las piernas, y tenía retortijones en el estómago que procedían de las olas de las contracciones anales. Le pedí que lo apagase. Yo casi estaba llorando, eso fue un gran error ya que donde quiera que estuviese Él, probablemente se estaba tocando al pensar en lo mal que lo estaba pasando yo. Sin pensármelo me saqué el plug, y el sonido potente de la vibración inundó toda la habitación. Me di cuenta de que Master lo podía oír e inmediatamente supe que la había cagado. La vibración se detuvo y hubo un interminable silencio mientras miraba el teléfono, esperando que Master dijese algo.

"Nos vemos esta noche". Su tono era plano, sin ningún tipo de emoción. La había cagado pero bien. Era mi ojete, pero le pertenecía a Él. Me había dado el plug para que me lo pusiese y solo él lo podía sacar y decirme que me lo sacase. Me acordé de la última vez que lo había hecho sin su permiso. Me dio 1000 azotes. Se podía ver las magulladuras a través de mi piel morena durante una semana. Incluso cuando me estaba retorciendo del dolor de ese momento, la polla se me estaba moviendo dentro de la jaula solo con pensarlo.

Intenté arreglarlo con Él durante los días siguientes, despertándole todas las mañanas con una mamada y ofreciéndole mi boca y mi ojete para que los usase como orinal. Usó mi boca sin problemas, pero ni me tocó el ojal. Yo estaba frustrado y cachondo, y mi ojete quería que Él lo reventase. Cuando intenté que me follase, retrocedió burlándose de mí, "nunca le haría algo así a TU ojete," dijo, acariciando un collar de perlas imaginario. Sabía que era culpa mía. Me estremecí solo con pensarlo.

En el quinto día que pasaba sin que me diese rabo (era un sábado) fuimos a un bar. Me puse un
kilt que le gustaba a Master porque era fácil jugar de vez en cuando con mi ojete mientras estábamos en la barra tomando una birra y hablando con los amigos. Hasta me había puesto un poco de lubricante para estar listo. Durante las primeras dos horas, ignoró mi ojal, por eso en cierto momento, me giré a saludar a un amigo. Cuando me volví a girar, vi que Master estaba entrando en el cuarto oscuro al otro lado del bar. Sentí que mi móvil vibraba con un mensaje que me había enviado Master.

"Quítate toda la ropa y ven a verme al cuarto oscuro. Tienes 10 segundos." Se me aceleró el corazón al quitarme todo el look, para la sorpresa de varios clientes. Al entrar deprisa en el cuarto oscuro, oí que varios tíos entraban siguiéndome.

Sentí el calor de los cuerpos que había en el cuarto oscuro, pero no veía nada. Olía a sexo y la polla se me volvió a mover dentro de la jaula (después de lo del lunes, no quise correr ningún riesgo más y me la dejé puesta). Llamé a Master pero no obtuve respuesta alguna. Entré más hacia el interior y sentí cómo me tocaban varias manos. Había sonidos de gente comiendo rabo y follando. De repente, oí Su voz al lado de mi oreja.

"¿De quién es este ojete?"

Antes de poder responderle, me agarró y me metió los 25 cm de su rabo por el culo y de un golpe. En medio de esa oscuridad empecé a ver estrellitas durante un milisegundo de dolor antes de que me llenase una sensación de placer. Sentí los pelos de su rabo acariciándome el culo mientras me empotraba una y otra vez, la frustración de no haber podido penetrarme se hizo evidente en la fuerza de sus movimientos. Puso sus brazos bajo mis axilas y entrelazó sus dedos a la altura de mi nuca. Cada vez que me empotraba, repetía esa pregunta hasta que se convirtió en una especie de mantra.

¿De quién este ojete?
¿De quién este ojete?
¿De quién este ojete?

Yo había pasado de responderle con gemidos y gruñidos guturales, a empezar a gritar y a chillar. Me estaba dejando las entrañas hechas polvo mientras follábamos como animales. Sentí que se corría y desde lo más profundo de mí grité, "¡¡¡ES TU COÑO, MASTER!!!"

Sentí un frescor repentino cuando se sacó el rabo de mis intestinos, solo para reemplazarlo con algo más grande: Su puño. No le costó mucho trabajo, me metió toda la mano y me empezó a follar como si se tratase de un pistón en vez de su puño. Yo seguía gritando, "ES TU COÑO" desde la parte superior de los pulmones. Sentí algo húmedo en las piernas y en los pies y me di cuenta de que me había meado con toda la excitación. Me dejé caer en el charco de pis en medio de un silencio súbito, oí el sonido inconfundible de cuando se pajean varios hombres a la vez hasta llegar al orgasmo. Todo el mundo había dejado de chupar y de follar para oír cómo Master tomaba posesión de Su propiedad.

Me agarré a la pierna de Master con felicidad mientras volvía a respirar, pero una parte de mí seguía estando recelosa. Fijo que Master no se había olvidado de El Juego. Aunque nos lo habíamos pasado bien, no había sido nada humillante. Analicé su cara buscando pistas al irnos vistiendo, después nos despedimos, pero lo único que hizo fue sonreírme de esa forma tan malvada, hermosa y viciosa que me encanta.

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