FAWKINK: ¿Soy viejo en el mundo fetichista?

FAWKINK: ¿Soy viejo en el mundo fetichista?

de Noticias Recon

25 marzo 2021

Por Fawkink, usuario de Recon

Imagínate la escena.

Te encuentras en algún punto indefinido del futuro en el que liarte con los tíos que te apetezca no sea ningún tipo de riesgo para la salud pública y estás echando un ojo al material de la zona en Recon. Después de echar un vistazo, te quedas clavado en un perfil chulo que tiene unas fotos alucinantes y unos párrafos perfectamente elaborados. Tus intereses coinciden exactamente con los suyos, de forma instantánea te sientes atraído por el hombre que está bajo la capucha, y en los últimos segundos antes de darle al botón de enviar mensaje, lees la frase que te deja KO: una versión poco delicada de "solo chicos entre 18 y 30". La carcasa de tu cuerpo de treinta y tres años se deja caer en la mecedora; el teléfono rotatorio se te resbala de las manos. Al irse descomponiendo tus músculos y tus huesos hasta convertirse en la nada, una suave brisa mueve las cenizas que quedan de ti, y en ese momento te acuerdas de aquel chiste que decía que después de cumplir treinta te convertías en invisible o en un difunto. Y de esa forma, hablaba el antiguo niñato que existía en mí; ¿soy demasiado viejo para este rollo?

Eso es mentira. Me salió bastante pronto barba y tengo la piel morena, por lo que no sé si alguna vez encajé en el rollo del ''niñato''. Pero hace años que no me piden el carné por ahí, y en la rara ocasión en la que piensan que soy un veinteañero, directamente ofrezco mi cartera y mi ojete a quien me lo diga. Entrar en mi cuarta década de vida también me ha hecho estar siempre muy pendiente de dónde se mencionan las preferencias de edad en los perfiles de ligoteo, y peor aún, casi siempre estoy en la banda de edad excluida. Pero lo que me sorprende más no son las preferencias, sino que siempre busquen a alguien joven los tíos que normalmente tienen varias décadas más que el susodicho chico buscado.

"Supongo que es por el rollo de la dominación" me dice un amigo más mayor que yo que tiene ese tipo de preferencia. "Los chicos jóvenes probablemente son más fáciles de dominar." Si las dinámicas de intercambio de poder exageradas están en el centro de todos los morbos, entonces hacer un espectáculo fetichista de las divisiones generacionales tiene sentido. Allí donde la edad implica madurez, riqueza y estabilidad, la juventud implica belleza y ligereza – una necesidad en algunas escenas de bondage más bien complicadas – pero también, una cierta inocencia. Por supuesto que hay tíos jóvenes que han pasado más tiempo con su cuero puesto que cualquier hombre que tire a ser más bien mayor, pero sigue existiendo esa innegable combinación de inocencia e inexperiencia con juventud. Permite que las fantasías de los tíos dominantes más mayores tengan notas de corrupción y cuidado. Todo el mundo quiere ser la primera vez de alguien, ¿no?

Probé el fetichismo por primera vez a los 23 años con otro tío que tenía 37, y después con otro que tenía 48, viví con los dos unas experiencias increíbles, con uno de ellos sigo siendo amigo. No siempre hay una correlación entre la experiencia y la edad, pero estar en las manos de alguien que está bien equipado y que claramente desempeña un papel casi paternalista me ayudó a calmar mis nervios y abrir la mente, entre otras cosas, a la experiencia del mundo del rubber y del bondage, que en esa época era algo nuevo para mí. A veces lo que quieres es un Daddy y punto.

Pero no todo el mundo tiene uno. No todo el mundo se introduce en el mundo del fetichismo de la misma forma, y algunos se introducen más tarde que otros, pasándose de la supuestamente ventana ideal entre los 18 y los 30 para conocer bien lo que es el cerdeo. Si nos conectamos todos a Recon para convertir una fantasía en realidad, ¿todo el mundo tendrá una oportunidad para hacer sus fantasías realidad? Un tío de la generación del baby-boom que esté bien equipado y que quiera a un veinteañero para adornar las paredes de se su mazmorra va a poder hacer realidad su fantasía fácilmente. ¿Pero qué pasa cuando ya no eres lo suficientemente joven como para ser un objeto de decoración? Suponiendo que tenemos situaciones similares, y por falta de mejores términos, ¿es que simplemente tengo menos valor como un manón de 33 años que si tuviese solo 18?

El escritor de obras de teatro Tom Stoppard dijo que la edad es el alto precio que hay que pagar por la madurez, y mi experiencia fetichista más grande y en la que tengo mayor seguridad se corresponde ahora con un aumento de la ansiedad que me hace hasta cuestionar si tengo que eliminar la S de la expresión BDSM, ¿y sucederá eso antes – incluso décadas antes – de que abandone el mundo fetichista completamente? Es demasiado fácil imaginar un camino sexual normativo desde los descubrimientos de la pubertad hasta el momento en que se tiran los juguetes sexuales para siempre. A los 18 años, se acapara el deseo de todo el mundo y la libertad de someterte en todo momento con un número limitado de looks, pero con cada año que pasa, tienes que no solo almacenar una buena colección de looks para contrarrestar la pérdida de la juventud ante los ojos del tío con el que te lo montas, sino que también tienes que adoptar un papel más dominante. Todo aquel que empieza siendo un sumiso niñato travieso, pero con una bonita sonrisa, tiene que acabar siendo un daddy dominante sentado en una mazmorra perfectamente equipada. Una vez que se ha llegado al estadio de daddy con mazmorra, también se puede exigir que sus conquistas sean conforme a un grupo determinado de gente, que a la vez encajará mejor con su talento y el pedigrí que ha adquirido.

Pero esto no es cierto. Tengo amigos, algunos de ellos hasta son dominantes, que mienten acerca de su edad en las apps de ligoteo, y sé que debería estar enfadado con ellos. Les debería decir que no es posible tener una verdadera honestidad en un fetichismo en el que se da un consentimiento mientras se intenta manipular la falsedad flagrante al mentir sobre algo como la edad. Les debería decir que, al ser dominantes – y al estar muy bien equipados – tienen mucha más cancha para expresar su verdadera edad sin tener miedo a que el otro vaya a pasar de ellos. Pero la respuesta justificada seria, ¿cómo lo va a saber alguien como yo? No tengo ni el punto de vista ni la experiencia vivida de un hombre de mediana edad ni más mayor. Además, ¿realmente sé de cuantas búsquedas he sido excluido por el hecho de no tener menos de treinta años? ¿Quién puede asegurarme que no me voy a quitar cinco, o quizá diez años cuando llegue al medio siglo, incluso aunque me haya convertido en un tío que posee su propia mazmorra y sea dominante?

La desconexión entre juventud y belleza es prácticamente una utopía, el hecho de esperar una honestidad radical de alguien que parezca que tenga más de treinta años no es una verdadera solución, al igual que sugerir que alguien que tenga derecho a acaparar la atención de los extraños o se le deba dar esa atención tampoco es la solución correcta. Los elementos determinantes sociales son más poderosos que las convicciones morales individuales. Para aquellos hombres que, hasta ahora, dirían que solo se lo montaban con chicos de menos de treinta años, al igual que para los hombres que antes solo se lo montaban con chicos blancos, o delgados, no quiero ser su obra o polvo de caridad. Darle pena a alguien es un mal sustituto de la intimidad sexual.

Por eso es por lo que, de alguna forma, ansío otra vez vivir la liberación sexual del bar y del cuarto oscuro. La juventud puede que siga siendo tan importante como ciertos tipos de cuerpos y de colores de piel, pero al menos prevalece la atracción instantánea. Alguien que no juegue nunca con nadie mayor de treinta años puede que ignore lo que es la experiencia de atar a un hombre guapo de cuarenta años; simplemente no se pueden restringir ciertas funciones de búsqueda en el contexto del mundo real. Pero si hay algo que nos ha enseñado el año pasado es que los tipos de intimidad sexual que más damos por sentado no son los latigazos o las suspensiones en el aire, sino los abrazos acogedores, los contactos táctiles electrizantes, o el contacto momentáneo al compartir el mismo sentido del humor. En otras palabras, las intimidades en las que cabe la connotación sexual, pero en las que no es una condición ineludible.

No soy la primera persona que sugiere que en los contactos fetichistas intergeneracionales haya algo más que una simple utilidad sexual, pero teniendo en cuenta los confinamientos continuados que hemos tenido, estoy muy agradecido de tener no solo a todos esos fetichistas mayores en mi vida y la compañía digital que me han dado, sino que también agradezco el tiempo y la posibilidad de haber hecho nuevos amigos – milenials y miembros de la generación del baby-boom. Con algunas de esas amistades acabaré montándomelo después de la pandemia, con otros simplemente deseo seguir teniendo las conversaciones apasionadas que hemos empezado hace meses, eso sí con una taza de café de por medio y con largos abrazos. Quizás esto ilustra la dinámica de elección de una familia por parte de los maricas, dentro y fuera de la comunidad fetichista, y que las relaciones entre los hombres jóvenes y los más mayores puede basarse en una dinámica de mentores para ambos, de respeto, y hasta de amor, además del deseo y del cerdeo.

Y estoy escribiendo todo esto siendo aún treintañero, y desde aquí casi puedo oír las voces de los hombres de cincuenta y de sesenta años, más allá de condenar toda esta angustia como si fuese algo vergonzosamente inocente. Y tienen toda la razón. Más que lamentarme, lo que supongo que es una juventud perdida para siempre, quizá debería disfrutar del cuerpo y de la perspectiva que tengo ahora mismo, y seguir los consejos que Kristin Scott Thomas dio a Phoebe Waller-Bridge en Fleabag:

"¿Y qué hizo Jesús a los 33 años?"

"¿Murió?"

"Exacto, ya sabes, sal y ponte a ligar"

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