Opinión de usuario: ¿se ha desplazado el fetichismo hacia el extremismo?
de
Noticias Recon
30 mayo 2025
Por NikeShoxBoy
Un signo de los tiempos: ¿se ha desplazado el fetichismo hacia el extremismo (tanto como lo hemos hecho nosotros)?
En estos momentos, parece que el clima político ha llegado a una cumbre enfebrecida en la que el extremismo es la norma y cualquier posición política que esté en contra del sistema, hacia la derecha o hacia la izquierda, es considerada como una capitulación y una debilidad — desde un punto de vista político, sería como no mojarse en el asunto. En el pasado, que te degradasen verbalmente se consideraba muy fetichista. Ahora es la parte más light del fetichismo. Al igual que nuestra cultura política se expresa a través de facciones extremas, ¿nuestro entendimiento del fetichismo refleja un patrón similar? Si es así, ¿cómo y por qué sexualizamos el extremismo o lo hacemos un fetiche? Al abordar el tema de los supuestos fetichistas ''extremistas'', ¿deberíamos (el sistema fetichista) ser más abiertos de mente y aceptarlos, o reprenderlos, expulsarlos y suprimir la tentación extremista?
Los escenarios de juegos de rol, como con consentimiento o sin él (también conocidos como juego de rol en plan violación), juegos de razas, juegos de edad, con simulaciones que difuminan la línea entre la realidad y la fantasía, todos ellos son considerados prácticas extremas. El miedo existente es que la comunidad fetichista normalice estos actos, fetichismos o escenas, y hacerlo difuminaría también las líneas entre los juegos y la realidad hasta un punto en el que esas dinámicas son consideradas como moderadas, y no extremas, que pueden conducir a un descenso rápido y resbaladizo en el que esas situaciones se filtran hasta formar parte de la realidad, y de esa forma pueden hacer que el reloj retroceda en el tiempo – décadas y hasta siglos de progreso con el objetivo de la igualdad y la equidad, que tanto nos han costado ganas. Y en el centro de todo, como en cualquier otro fetichismo, se encuentra el consentimiento. Si dos personas dan su consentimiento de forma libre y consciente, ¿quiénes somos nosotros para criticarlos? Sin embargo, lo hacemos, quizás más que nunca…hasta el punto en el que los fetichistas se están esforzando en construir su propio muro para bloquear de algún modo los fetichismos que ponen de manifiesto las divisiones políticas de la vida real.
Cuando consideramos que algo es ajeno, es natural pensar que sea peligroso. Es la forma que tiene nuestra mente de protegernos. Nuestros cuerpos comienzan a dar una respuesta al miedo, que también se conoce como lucha. Es difícil entender lo que percibimos como ajeno, y, que, por lo tanto, nos puede asustar. Lo que nos asusta es lo que intentamos destruir o por lo menos, intentamos mantenerlo controlado para que no amenace nuestra forma de vida. Los fetichistas extremistas y las políticas extremistas siguen esta corriente de pensamiento.
Si pensamos los símbolos de la extrema derecha: la esvástica, los símbolos de la SS, la bandera confederada de los EE.UU., junto con la gorra de MAGA (Make America Great Again). Estos símbolos – y uniformes/estéticas – están altamente sexualizados y convertidos en fetichismo por la retórica histórica, por las guerras y por la cultura que los rodea. La violencia, la degradación, las dinámicas de poder y la jerarquía social reflejan una dominación inherente. Para un amo, explorar este mundo del fascismo sexualizado es una gran forma de ganar dinero: por ejemplo, con findom (dominación financiera). Un sumiso acaba recibiendo placer psicosexual cuando le expolian todo el dinero para servir a su ''amo financiero'', y le paga las comidas, las facturas, las prendas o directamente le manda dinero a la cuenta del amo. Aquí hay una dinámica de poder que se puede reconocer. En general, muchos hombres heterosexuales con una masculinidad tradicional y heteronormativa se identifican con los movimientos políticos populistas nacionalistas, ya que ahí es donde se sienten seguros para decir que los hombres (blancos, cis, cristianos) heterosexuales son inherentemente superiores. Estos hombres ahora se consideran víctimas, una vez que los movimientos que defienden la igualdad de derechos de las minorías están triunfando. Los hombres tradicionales están atacados — se sienten arrinconados, y las políticas de extrema derecha se han convertido en el lugar en que se sienten seguros. Aparte del aspecto financiero, sexualizar estas dinámicas se ha convertido en una forma emocionante de ejercer abiertamente esas creencias arcaicas y peligrosas; en otras palabras, hacen que el fascismo y el odio sean ''grandes'' otra vez. Y la comunidad fetichista se siente ofendida y está aterrada.
Entonces, ¿por qué ciertos sumisos se ven arrastrados hacia este tipo de dominación?
Los seres humanos son criaturas complejas. Y de forma simultánea, los seres humanos son criaturas simples. A menudo se sexualiza todo lo que se considere peligroso o tabú, o al menos se flirtea con ello. Si unos padres le dicen a un niño no toques eso, el niño lo va a querer tocar, naturalmente. Es la emoción del riesgo, la emoción del desafío a la autoridad o el comprobar nuestra fuerza de voluntad y nuestra autonomía. También se trata de tener el control.
Jugar o flirtear con el peligro es una cosa, pero participar activamente en unas dinámicas que son ostensiblemente homófobas, y racistas es algo completamente diferente. Podría haber muchas razones por las que nos atraigan las expresiones extremas del fetichismo y de los juegos de rol. Pero diría que el control es la más popular. Si alguien es capaz de controlar al menos una parte de la narrativa que parece amenazar las libertades de un individuo, hace que la realidad, esa gran palabra, sea más llevadera. Es peligroso sexualizar a los defensores de políticas que representan valores arcaicos de normas sociales que amenazan el progreso real. Es un error. Por lo tanto, es algo emocionante. Es una forma fuerte y brutal de satisfacer las necesidades de sumisión de alguien porque, a diferencia de un juego que es una simulación con términos y condiciones, un sumiso incluye unas normas sociales y actuales en política dentro de un ambiente controlado en el que un final seguro está garantizado casi siempre, a pesar de las protestas de la comunidad fetichista. En otras palabras, es la follada mental más fuerte que un sumiso puede aguantar sin poner su vida en riesgo real.
¿Pero qué hacer cuando los que defienden esas escenas tan extremas las incorporan a la realidad abiertamente y les quitan importancia considerándolas como algo inocente, como ser fetichista de los pies? Los demás nos quedamos boquiabiertos, y flipamos con la osadía de esas personas. Es fácil ignorar al sumiso que busca este tipo de dominación. Pero encontrar a un amo que se siente cómodo con ideas políticas extremistas que contribuyen con la expansión de una realidad aterradora, oscura, intolerante y coquetean, juguetean y manipulan las reglas de las dinámicas de intercambio de poder por razones económicas, o peor aún, por placer sado o por validación política – ¿qué hacemos cuando encontramos esto? La fetichización del fascismo y del extremismo se usará como excusa para traerlo a la realidad cotidiana – o fuera de un escenario de juegos, porque a los sumisos les encanta. Estos amos ven el efecto positivo y piensan que el mundo se convertiría en un lugar mejor si se implementasen estas dinámicas en la vida real. ¿Ya se ha empezado a pensar así, y se está poniendo en práctica?
Estos tipos de sumisos, que sexualizan a los propulsores de las políticas populistas extremistas para experimentar la forma más fuerte de sumisión física y mental no se avergüenzan de despreciarse a sí mismos. Esos amos y esos sumisos puede que digan que no hay ningún peligro – que estamos entrando en pánico o estamos enfadados sin ninguna razón objetiva. Sin embargo, de forma hipócrita, una vez que los juegos se terminan y esos sumisos reconocen las horrendas amenazas a nuestra cultura, su indignación y su miedo son palpables. En lo que se refiere al sexo y a los juegos sexuales, para que te follen la mente, primero tienes que disociar la mente.
Entonces, la pregunta es, ¿estamos reaccionando injustamente? ¿Es intentar hacer sentir vergüenza a los demás el hecho de negar la legitimidad de fetichismos como el findom, los juegos de razas extremos, los símbolos fascistas? ¿Estamos en lo cierto al rechazar la aprobación de la sociedad en general? ¿O deberíamos legitimar esos escenarios y esas dinámicas, al menos con el objetivo de modernizar las cosas? ¿Cuáles serían las consecuencias? Debatid (y jugad) de forma responsable.
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