YVAN IN THE DARKROOM: En el cine L’Étoile de Marsella

YVAN IN THE DARKROOM: En el cine L’Étoile de Marsella

de Noticias Recon

11 septiembre 2020

Yvan, alias QueerYvan, es historiador sexual. En una serie de artículos, comparte algunos de sus encuentros fetichistas favoritos (con todo lujo de detalles), además de informarnos a veces de la historia del fetichismo.

Voy a menudo al cine x de Marsella. Me fascina ese lugar – es un antiguo salón de baile de los años 60, y desde 1975 lleva siendo un cine porno, en ese año, cambiaron las leyes sobre la pornografía y esta industria en Francia y abrieron 900 cines x en este país. Ahora solo quedan dos, este y The Vox en Grenoble – y ha habido la misma evolución en otros países. El sexo lleva filtrándose en las diferentes plantas de este edificio durante más de 60 años de una forma u otra, pero ahora parece que podría cerrar en cualquier momento, ya que la ciudad lo que busca es la gentrificación, y espera que esta zona del centro de la ciudad se convierta en otra presa para los especuladores. ¿Quién sabe lo que le pasará a este establecimiento una vez que superemos la covid?

Los cines pornográficos eran una forma artística socialmente interactiva – a diferencia de la gente actualmente escondida en sus habitaciones mirando fervientemente las pantallas, esperando que les llegue el sexo a través de una app, deslizando en Twitter mientras intentan hablar con sus estrellas del porno favoritas, a diferencia de todo eso, estos eran espacios sociales en los que había que navegar para encontrar placer. En L'Étoile no hay opciones diferentes de qué ver, pero, hay gente que se puede conocer y que viene a los mismos espacios para encontrar una satisfacción sexual de un tipo o de otro. Entrar en L'Étoile es como visitar la historia del sexo. Las películas son siempre antiguas, tiras de vello público de los años 90 (o sin nada de vello); niñatos sin pelo – que a día de hora fijo que son señores de mediana edad – que follan sin parar en la pantalla que hay en la sala gay de abajo; dos grandes pantallas en la planta superior con varias representaciones de sexo heterosexual, casi siempre con el foco centrado en una mujer que está siendo follada por una polla anónima, o sexo en plan gangbang y tríos, fetichistas de los pies, dinámicas de BDSM no muy fuerte, etc. No hay diálogos, solo gemidos. No creo que nadie venga aquí por las películas, sobre todo ahora que puedes ver mucho más en tu teléfono, pero son suficientemente interesantes de analizar hasta que aparece alguien mejor. Me encanta el rollo perverso de follarme a un hombre mientras este tipo de porno aparece en la pantalla. Soy así de gracioso.

Sobre todo, los que más van son hombres cis, y algunas mujeres trans, quizás es una parte del ambiente de trabajo sexual trans por la que Marsella es bien conocida. Siempre hay gente dando empujones, algunos voyeurs mirando a otros tíos mientras se pajean. Los tíos gay intentando chupar polla, y los hetero concentrándose en la pantalla mientras que una boca anónima se la come de una forma tan experta que sus esposas ni siquiera pueden imaginar. Más o menos heteros, pienso yo. Hay cuatros oscuros llenos de kleenex calados de semen, y váteres de pie en los que la luz automática se apaga muy pronto. No podría ser más sucio, que es lo que más gusta de todo este rollo a mí. Te puedes sentar en el medio del cine, ignorar a todo el mundo, hacerte una paja, sabiendo que es aceptable, y que al menos algunos de los que están alrededor de ti prefieren venir a verte a ti hacer eso en vez de mirar a la pantalla. Hasta se puede fumar en los pasillos. El aire huele a semen, a hachís y a tabaco rancio. Estos son los olores de la historia del sexo.

* * *

A día de hoy, estoy sentado en el medio de la sala más grande. Tengo los vaqueros abiertos, la polla fuera y se me está poniendo dura poco a poco, miro a la gente que pasa por la sala, que se están moviendo en círculos como si fuesen predadores. Paso de ellos – estoy esperando a ver quién quiere acercarse. Hay gente que da vueltas a mi alrededor, caminando por el pasillo que hay delante de mí, observando, después pasando por el pasillo que hay detrás de mí. I feel like the bait before the fish strikes me siento como el señuelo antes de que ataque el pez. Un hombre toma la iniciativa y se sienta a mi lado. No le miro. Quiero que se lo curre. Se acerca para tocarme, pero con cuidado le aparto la mano, y sigo tocándome. Él hace lo mismo, se baja los vaqueros, y veo que se le empieza a poner dura. Tiene una buena polla. Gorda. Mientras tanto, no le presto atención, solo me estoy pajeando, que está dura después del viagra que me he tomado, y mientras tanto, él intenta llamar mi atención.

Se cambia de posición, agachándose sobre el asiento de delante, ofreciéndome su culo. Yo no me muevo. Me dice que le puedo follar, yo no respondo. Se empieza a arremolinar la gente alrededor, observando, pero yo prefiero disfrutar de la humillación que crea mi inactividad. Me gusta lo raro de la situación. Estoy jugando con él, le doy la atención necesaria para que no deje de intentarlo, le doy la sensación de que va a conseguir lo que quiere al final. Cuando se vuelve a sentar, le sonrío, me acerco y empiezo a juguetear con su polla y sus pelotas que son muy grandes. Cuando le toco tiene la piel caliente, y se le pone dura. Le subo y le bajo el prepucio sobre el capullo hasta que empieza a brillar con el líquido preseminal y percibo su olor más que el del tío que está fumando dos filas por detrás de mí. Le hago una señal con la cabeza para que se acerque a mi polla, dejándole claro que quiero que me la chupe, y después me tumbo hacia atrás cuando me la empieza a chupar. Su boca es suave, su garganta profunda. Le agarro por la nuca y empiezo a metérsela más fuerte. Quiero que se lo curre bien antes de que sienta él ningún placer, pero lo hace bien, y no se apoca cuando le trato de esta manera. Quién sabe lo que pensara de mí. Venía buscando rabo, y se lo estoy dando. Es así de básico.

Una vez que se me ha puesto bien dura, me pongo de pie, le agarro la cara con las manos y empiezo a follarle la boca, con fuerza, hasta que siento que escurre la saliva por el tronco de mi polla. Veo que hay varias personas mirándome, sobre todo un hombre alto y tímido de unos treinta años que está sentado unas cuantas filas más hacia allá. Mira hacia otro lado cuando le miro, pero yo sé que desearía estar en el lugar de este tío, haciendo los mismos ruidos con la garganta al sacar la polla totalmente y volvérsela a meter dentro, que está hasta arriba de saliva. Estoy disfrutando de todo el espectáculo, y la peli me está proyectando una buena luz sobre la espalda.

Le digo al hombre que se vuelva a agachar sobre el asiento mientras saco un condón: "donne-moi ton cul," (dame tu culo). Se ha ganado a pulso el placer que le voy a dar, y soy un buen activo. Me echo bien de lubricante de silicona en la polla, y le paso mis dedos pegajosos por el ojete. Tiene el típico ojete de un pasivo de mediana edad, que se puede abrir fácilmente con los dedos, suave por dentro, con el músculo del año grueso y abriéndose y cerrándose como la boca de una carpa. Me parece excitante imaginar cuántas pollas le habrán petado el culo. Los sonidos que hace cuando le meto los dedos – los gemidos suaves cuando le acaricio la próstata; los sonidos húmedos de su ojete contra mis dedos cuando se los meto y se los saco rápidamente – todo eso es lo que está haciendo de esta una sesión única. Le meto dos dedos de cada mano y le dilato, se la meto hasta el fondo de un golpe, antes de sacar los dedos, agarrándole por la cintura, y empiezo a darle caña. Se la meto hasta el fondo. Se la saco casi hasta el final, y se la vuelvo a meter, una y otra vez, oyendo cómo se excita cada vez más cuanto más se va acostumbrando a mi polla. No parece que yo sea el primero que se lo ha follado esa noche. El hombre joven cerca de nosotros nos está mirando, sin moverse. Parece que tiene la mano metida en los vaqueros, pero no estoy seguro. Me está poniendo el hecho de que nos esté mirando tanto como la follada que le estoy metiendo al otro, en el medio del cine, dándole lo suyo, bien fuerte, disfrutando de su ojete usado exactamente como quiero yo, sintiendo sus orgasmos y metiéndosela otra vez justo cuando está experimentando esas sensaciones.

Justo cuando empiezo a correrme, la saco y le dejo que me quite él el condón mientras recupero la respiración. No estoy seguro, pero creo que se lo ha guardado. Me limpia con su boca, y me dice "merci" antes de irme. Le sonrío, pero no le digo nada, me voy a lavarme y a fumarme un cigarro.

* * *

Vuelvo al cine gay, en la planta de abajo. Los rizos azules del humo huelen a Marsella, huele al Magreb. La peli porno no es interesante. Hay un hombre viejo viéndola, y parece que le molesta un poco que haya entrado, ya que creo que se estaba pajeando antes de que llegase. Es mayor y tiene un aspecto respetable, no como mi look marica, como si me hubiese escapado de Berghain, y hubiese llegado a este lugar. Me saqué la polla otra vez, y me puse un cock ring, pensando que alguien vendría pronto y se pondría a chupármela. Con los ojos cerrados, escucho los sonidos de los niñatos que estaban follando en la pantalla, mientras se me ponía dura, las venas de la polla estaban creciendo ya…

No esperé mucho. El hombre que había estado mirándome arriba ahora estaba sentado a mi lado en la oscuridad. Le dejo mirarme, mientras espero a que reúna el coraje para mostrar que quiere que le follen. Sé qué es lo que quería cuando le vi arriba, por lo que le sigo mirando hasta que se quita la chaqueta y se acerca. "Sur tes genoux," (de rodillas) le digo, y le paso la mano por el pelo una vez que se pone de rodillas. Huelo a polla y a lubricante, ¿pero no es esto para lo que habías venido? Se toma su tiempo, me toca la polla y las pelotas como si fuesen sagradas, sin querer olvidar ningún detalle. Estoy muy excitado, al verle conseguir lo que estaba imaginándose antes. Se mete mi polla en la boca, mientras los dos sabemos cómo me gusta que me la coman porque le había visto observarme antes. No tiene tanta experiencia como el otro tío, y lo que le falta en competencia lo compensa con las ganas que le echa. Le cuesta meterse la polla hasta la garganta, pero soy legal y le dejo que respire y que haga descansos, le dejo que se curre una buena mamada. En poco tiempo se pone a babear y a atragantarse y a tener arcadas como era de esperar, pero me lo paso bien dejándole hecho polvo, con los ojos llenos de lágrimas que me muestra al subir su cabeza y mirarme a la cara, yo inmóvil.

Le pongo de pie, le desabrocho el cinturón y le bajo los vaqueros hasta las rodillas. Está delgado, es pálido y desgarbado – no impresiona para nada. Se agacha para abrir su culo más. Le empujo hacia abajo para que meta la cabeza en el asiento en el que estaba sentado yo, y le cojo las manos y se las pongo sobre el culo, abriéndoselo y le digo "Ouvrir" (abre). Pone la cabeza hacia un lado, para poder ver cómo se queda sin respiración cuando le meto la polla por el culo. Está mucho más cerrado que el otro tío; no creo que esté acostumbrado a que le follen. Y por eso voy lento, primero con más cuidado, haciendo que la experiencia le sea tan placentera como sea posible. Mucho lubricante; movimientos largos y lentos, siguiendo su respiración, me paro cuando parece que es demasiado para él. Todos los signos de dolor que había en su cara cuando le penetré se han disipado, y ahora le veo darle rienda suelta a la sensación de sentirse follado. Poco a poco, su culo se dilata, y aumento el ritmo. En cuestión de minutos le cojo por las caderas, follándole profundamente. Le siento contraer el esfínter y tener orgasmos, y cada vez que bajo el ritmo para sentir los espasmos de su culo alrededor de mi polla, siento cómo se le mueve el intestino y cómo su cuerpo cada vez está menos nervioso, a veces casi ya no me muevo hasta que veo que quiere más. Todo el placer que estoy recibiendo procede de ver lo mucho que está disfrutando él, de ver hasta dónde podemos llegar. Cada vez que parece que demasiado para él, bajo el ritmo hasta que veo que su cuerpo pide más. Le follo así hasta que me pongo a darle fuerte y cada vez más rápido, ya que ahora está bien abierto y está pidiendo más. Me la saco, agarrándomela por abajo y se la vuelvo a meter hasta el fondo, le oigo gruñir cuando le meto el último centímetro dentro del ojete. Le follo como a una puta, le oigo gritar, fuera de control, rompiéndosele la voz, sonidos que probablemente no salen de su cuerpo a menudo. Le follo mucho mejor que al tío al que el había estado mirando tan intensamente antes, dándole en el ojete hasta destrozárselo, con el lubricante escurriendo y dejando el suelo manchado. Finalmente, se la saco, tiro el condón al suelo y descanso. Está flipando. Está temblando. Al principio no sabe qué hacer, pero al final vuelve en sí y se sube los pantalones. Me siento en uno de los asientos del cine que son de vinilo, flipando con su timidez. Es demasiado tímido como para mirarme, es demasiado extraño todo como para ponerse a hablar. Le digo que no se olvide de la chaqueta que está en el suelo, él se lo toma como una orden de irse y se pira en la oscuridad de la noche entre las bocanadas de humo cigarrillo de la gente que nos había estado mirando. Con la luz de la peli iluminándome por detrás en el pasillo, me pajeo sin concentrarme en la peli, ni en nadie, y me corro en el suelo. Cuesta tener orgasmos. Me limpio la mano con un Kleenex y lo tiro ahí mismo también. El hombre mayor bien vestido, que me había echado unas miradas males antes , pero que había estado mirando todo el tiempo, hizo un comentario inaudible que expresaba asco y se fue. Le seguí poco después.

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