YVAN IN THE DARKROOM: Hombes de cuero

YVAN IN THE DARKROOM: Hombes de cuero

de Noticias Recon

03 abril 2021

Yvan, alias QueerYvan, es un historiador de la sexualidad. En esta serie de artículos, comparte con nosotros algunos de sus encuentros fetichistas favoritos (con todo lujo de detalles), mientras nos mantiene al día de la historia del fetichismo.

Para Charlie, mi mejor chico.

Una vez mas fui a montármelo con los hombres a los que les gusta el cuero. Dos especímenes altos y guapos que iban perfectamente vestidos de cuero. Uno tenía una barba pelirroja y poblada y un bigote espeso, su pelo siempre tiene muy buen aspecto. El otro tiene el pelo corto y oscuro, y al igual que yo, tiene muchos tatuajes y pelo en el pecho, pero su pelo aún no se ha puesto gris, como el mío. También tenía un piercing en la polla, del grosor 00. Lo he sentido tantas veces dentro de mi boca… dándome arcadas que no puedo imaginármelo sin ese piercing. Siempre van vestidos de cuero de pies a cabeza; no puedo imaginármelos vistiendo ninguna otra cosa. El pelirrojo, Berlin Rob, llevaba la misma camisa de cuero, los mismos pantalones de cuero negro y las mismas botas de motero que lleva siempre que quedamos. Nunca le he visto sin guantes de cuero; hasta se los ha dejado puestos cuando me ha fisteado. Sadiq, el más guarro de los dos, tiene una colección enorme, y no le he visto nunca repetir un look de cuero. A veces es un look completo de motero – en plan clásico como en The Wild One, o cuero en plan moto deportiva blanco y negro, adaptado para poder sacarse el rabo cuando quiere follar. Cuando hace calor le he visto llevar puesto solo un jockstrap de cuero y unas Doc Martens de 18 agujeros, los días que quiere que me trabaje su ojete, así como su magnifica polla. Hoy llevaba un chaleco negro y chaps a juegos, además de las Docs Martens – uniforme formal para los maricas. "Ven aquí," me dijeron, aunque no me acuerdo de quién fue el me invitó. "Tenemos una sorpresa para ti."

Me preparé bien. Chaps de cuero negro, un jock que era fácil de quitar por si querían jugar con mi rabo y mis pelotas también. También me puse una camiseta de tirantes de Tom of Finland debajo de la cazadora de cuero, pero iba a dejar todo eso a la puerta. Al atarme los cordones me pregunté qué sería lo que me esperaba. Mi sorpresa fue que yo no iba a ser el pasivo. Había un tío potente que habían encontrado en una app, y querían verme fistearle primero. Llegó. Poco después mí.

Charlie era el típico tío al que me gusta follar. De mediana edad, bajito, con la cabeza rapada, sin barba, sin pelo excepto en los sobacos, con vello púbico rizado y negro, al igual del pelo que tenía en la raja del culo. Unas cejas perfectas encuadraban sus oscuros ojos franceses. Tenían los labios gruesos y hambrientos. Su cuerpo era fuerte. Tenía unos tatuajes alucinantes de unos patrones orgánicos negros y una vista del Monte Fuji en la espalda. Llevaba unos pantalones cortos de cuero negro que tenían una cremallera que daba la vuelva para cuando quería facilitar el acceso a su culo. Le dije que se quitase la camiseta de tirantes que llevaba, y pudimos ver el círculo negro tatuado alrededor de uno de sus pezones, tenían unos piercings anchos en los dos pezones.

Me levanté para verlo más de cerca. Le habían dicho por la mañana que no se duchase, y que no se echase desodorante en toda la semana. Inhalé su olor; su aroma era muy fuerte, e iba cambiando al ir esnifando por todo su cuerpo. Me puse de pie detrás de él y le hice girarse para que estuviese frente al espejo mientras le toqueteaba por todo su cuerpo, sintiendo como si todo él fuese mío. Su espalda era fuerte, sus brazos tenían la cantidad de músculos correcta. No tenía pelos en la tripa, que era suave, un pequeño camino de vello me llevaba la vista hacia los pantalones. Había puesto un brazo alrededor de su pecho fuero y plano, inclinándole hacia atrás, hacia mí, y le observé la cara al meterle la otra mano en los pantalones. Ya estaba excitado, y jugué con él, ignorando su rabo, pero toqueteándole las pelotas, acariciándole para hacerle sentir placer, haciendo presión en la zona del perineo, despertándole la próstata. "Te vamos a reventar," le dije murmurándole al oído y pude sentir cómo se ponía tenso con la excitación. "Vas a ser mi cerdako esta noche, nuestro cerdako." Tenía los ojos cerrados para concentrarse en la excitación, mientras pasaba los dedos por su polla. "Te vamos a dejar el culo abierto de par en par cuando hayamos terminado," le dije y gimió. "¿Es eso lo que quieres? ¿Es eso para lo que has venido?" asintió, con una mirada sonñadora en su cara, con los ojos cerrados.

Le cogí un pezón con los dedos y se lo apreté fuerte, sin dejar de presionarle el perineo. Tenía los pezones oscuros, gruesos, anchos, como si se los hubiesen chupado innumerables veces en el pasado. El metal era duro en comparación con sus músculos tiernos, se lo apreté tan fuerte con los dedos que la sensación le hizo abrir los ojos. "Mucho mejor," le dije. "Se debe mirar al interlocutor cuando te están hablando"
-- "Lo siento, señor," dijo.
-- "¿Señor? ¿Quién te ha dicho que me llames señor? Mi nombre es Yvan," le dije, sacando bruscamente la mano de sus pantalones, y pellizcándole la otra teta con el piercing. "Mírate en el espejo. No dejes de mirar tu cuerpo," le dije, agarré aún con más fuerza el acero de sus pezones. Se le cambió la cara, pero le gustaba. Volvió en si a través de la respiración, con una mirada dura.
-- "¿Qué nos vas a hacer esta noche?" le pregunté.
-- "Todo lo que quieras, Yvan," respondió Charlie, en voz baja.
Le tiré de los pezones con más fuerza, casi sacándoselos del cuerpo, estirándoselos hacia arriba hasta que se puso de puntillas, mientras intentaba controlar esa sensación tan fuerte. "Dilo más alto, chico. No te han oído."
-- "Haré todo lo que queráis, hacedme vuestro," dijo con una voz firme, apretando los dientes mientras yo giraba y tiraba de sus pezones.
-- "Bien." Le solté, y después le di un golpe en el pecho con las dos manos, aplastándole los pezones. Sabía que le dolían. "Qué pena, no he traído las agujas. Me habría encantado hacerte otro piercing en el pecho, para que no dejes de pensar en tus pezones ni un segundo." No dijo nada. Estaba claro que le gustaba más el aspecto de sus piercings que el dolor que había pasado cuando se los hizo. Pero se había portado bien. Me había dado lo que quería. Le giré y le agarré la cara con las manos y le besé.

Le gustaba besar con ansia, con los labios suaves abiertos, su boca me dio la bienvenida. Apretó su cuerpo contra el mío cuando nos besamos, se estaba entregando a mí, rozando el paquete contra mi cuero. Le agarré la cabeza, su barba de tres días me hacía cosquillas en los dedos. "Qué cerdo que es," dijo Sadiq. "¿Dónde le has encontrado, Rob?"
-- "Me estaba buscando en Recon. Le dije que tenía novio y que solo follábamos juntos, y a él le encantó ese rollo. Luego le dije que quería que le follásemos entre varios, y me dijo que esa siempre había sido su fantasía, sus palabras fueron ''quiero ser el cerdako más guarro del mundo''. Y aquí estamos."
-- "Y en efecto aquí estamos," les dije a los chicos, y me giré hacia Charlie. "Abre la boca," le dije. La abrió y sacó la lengua. Le escupí en la boca y se lo tragó mientras le miraba. "Eres un buen chico," dije. "Voy a disfrutar contigo. Vamos a disfrutar contigo." Le escupí en la cara otra vez, y se lo rebocé por toda la cara, degradándole, dejándole claro qué es lo que significaba ser un cerdako. Le metí los dedos en la boca, hasta el fondo, vi como cambiaba la textura y le acaricié la garganta. "¿Nos vas a hacer felices?" le pregunté.
-- "Sí," balbuceó, sentí cómo le costaba pasar a su voz a través de mis dedos. Sus ojos lo decían todo. Tenía hambre.

Le empujé. "A ver qué sabes hacer," le dije. Se dio la vuelta, tocándose su hermoso cuerpo, agarrándose el culo, que lo tenía muy redondo. "Quiero azotarte," le dije, se agachó delante de mí. Le preparé un poco cuando tenía los pantalones de cuero aún puestos, lo cual lo amortiguó un poco. "No es suficiente," le dije, le abrí los pantalones y se los quité bruscamente y los tiré al suelo, dejando ver su jugoso culo, se quedó completamente desnudo, solo con las botas puestas. Le hice ponerse con las manos el alto agarrándose a un anillo que estaba colgado del techo, y le dije que contase hasta diez mientras le daba en la nalga izquierda con fuerza. Se retorció, pero no me pidió parar hasta que se le puso el culo rojo justo donde le había dado con la mano. "¿Crees que eso ha sido apropiado?" Le pregunté. "No parabas de moverte." Se quedo decepcionado, pero no dijo nada. Le miré a los ojos. "Te he hecho una pregunta, ¿crees que eso ha sido apropiado?"
-- "No, lo siento, Yvan"
-- "¿Puedes esforzarte y hacerlo mejor?"
-- "Sí, lo puedo hacer."
-- "Bien. Te agarraré," le dije, "Sadiq, ven aquí."
Se acercó, frotándose las manos y sonriendo.
Agarré al chico, poniéndole las piernas alrededor de mi cuerpo, y le abracé con fuerza. "Dale," le dije a Sadiq, y cada golpe fue más fuerte que el anterior. Cuando le solté, bromeamos diciendo que Sadiq pegaba más fuerte que yo. Veinte azotes hicieron de su culo una bola roja brillante. Rob estaba viendo el espectáculo, bebiendo agua y fumando un cigarrillo.

Le obligué al chico a que se pusiese de rodillas, se agachó sobre el diván de cuero. Sentía cómo se me movía la polla dentro del jockstrap, y decidí quitármelo. Me gustaba dejarle esperando, y les dejé a los dos hombres verle expuesto así. "Sepárate las nalgas," le dije, para divertirnos aún más. Estaba muy bueno. Su culo era redondo y nos puso más cachondos, con pelos negros rizados alrededor del ojete rosa. Le colgaban las pelotas, y se las pisé con mis botas, haciendo presión hasta aplastárselas contra el diván. Sus gemidos me permitieron saber lo mucho que le gustaba esto, así que incrementé la fuerza, aplastándoselas aún más. "Tienes un culazo," le dije, y me acerqué a comérselo.

Encajé la cara en su raja del culo y le chupé todo el sudor de ese día, salado y con todo el sabor del chico. Se lo agarré, le separé las nalgas, le comí las pelotas y el perineo y le follé con la lengua, en un verdadero frenesí. Me alejé un poco y le miré, le dije lo buen cerdako que era y que quería penetrarle. Gimió y asintió y dijo "Lo que quieras," y yo me lo tomé como su consentimiento.

Me lleno los dedos de lubricante de silicona y se lo meto fácilmente. Un dedo, dos dedos. Localizo su próstata y me concentro en ella con los movimientos más delicados, sigo su respiración al sentir cómo va aumentando la energía sexual de su cuerpo. Aumento el ritmo, penetrando su culo más profundamente, siento cómo se le va dilatando el ojete alrededor de mis dedos. Me encanta la sensación de cuando un culo se va dilatando, y luego le empiezo a meter y sacar los dedos, cada vez más rápida y más profundamente, con la otra mano le agarro las pelotas con fuerza. "Por favor, méteme otro dedo," gime.
-- "Me encanta un cerdako que pide más," le dije, y le metí primero tres dedos, luego cuatro dedos, deslizando la mano hacia dentro y hacia fuera hasta que le dilaté tanto como la parte más ancha de la mano, lo único que me impedía metérsela entera era el pulgar. No paraba de gemir, no se corto en absoluto. Me encanta cuando un chico se entrega de esta manera. Los hombres estaban observándolo todo con atención, pajeándose, mientras jugaba con el chico que ellos habían elegido para que les divirtiese. Dentro y fuera, más rápido y con más fuerza, sintiendo las oleadas de placer que estaban dominando a Charlie, follándole como le encanta que le follen. "¿Vas a correrte cuando te lo diga?" le pregunté, cuando era obvio que estaba a punto de correrse. Casi podía ver el líquido presemenial escurriendo en el cuero del diván.
-- "¿Por favor, puedo?" balbuceo.
-- "Claro, córrete," le dije, follándole con la mano más fuerte aún, sintiendo cómo le temblaba el agujero y se cerraba alrededor de mi mano, apretándomela, con una fuerza brutal. No paré. Mientras le daban espasmos a su cuerpo seguí aumentando la fuerza, me quedé flipado al ver cómo se entregaba. Se corrió una y otra vez, saliéndole ríos de semen hasta llegar al suelo desde su polla fláccida, fue un orgasmo tan intenso que se retorció involuntariamente y parecía que se iba a poner a llorar.
-- "Bueno chico, lo has dado todo," le dije y le saqué los dedos del culo. "Comételo, cerdo," le dije, forzándole a que acercase la cara a su propio semen que estaba en el suelo de madera. Tenía ganas, tenía sed, un pasivo desesperado intentando agradar a los demás y concentrándose en esa tarea tan pegajosa. Lo hizo muy bien, y así se lo dije, en ese momento se le iluminó la cara con una sonrisa y una inhalación profunda.

Estaba tan excitado que tuve que follármelo. Le entró el rabo fácilmente, el ojete aún le estaba palpitando después de meterle los dedos, estaba gimiendo en el suelo, con la cara apretada contra el charco de su propio semen. Yo estaba de pie, metiéndosela profundamente, oyendo sus gruñidos mientras le daba sin parar. Su culo era suave y estaba caliente alrededor de mi polla. Gemía de forman exquisita cada vez que le embestía con la fuerza suficiente como para llegar a su segundo esfínter. Se la saqué un par de veces para ver cómo le palpitaba el ojete cada vez que creía que se había corrido, y después se la volvía a meter bruscamente, aguantándome el orgasmo tanto como pude, currándome mi propio placer. Le volví a poner en el diván, estiré su cuerpo para poner todo mi peso contra él, empujándole contra el mueble, follándole hasta que se ponía a gemir y a gritar, mientras se tocaba los genitales, masturbándose. Le follé fuerte, con una de mis rodillas clavadas en su pecho para penetrarle tan profundamente como fuese posible, hasta que sentía que llegaba al orgasmo, sin escuchar sus lloriqueos de placer sino centrándome en el mío, usando su ojete hasta que casi me quedaba sin respiración y finalmente me corrí y me dejé caer sobre él con todo el sudor, los pelos, y sintiéndome como se me bajaba la erección dentro de su culo, que seguía palpitando.

Le moví más dentro del diván, para que le sobresaliese el culo. "Sácalo," dije, y le abrí las nalgas hasta que pude ver cómo le salía mi esperma de color blanco al lado del color rojo de su culo dilatado. Me acerqué y se lo limpié con la lengua, después le dije que se pusiese de rodillas en el suelo delante del espejo. "Es hora de que les sirvas a ellos," dije, señalando a mis amigos. Me recliné en el diván de cuero negro, y observé cómo le daba cada uno por un lado. Su boca hambrienta cubría todo el rabo de Rob, estirando los labios sobre toda la anchura del pene para que la saliva le escurriese por la barbilla. Sadiq tenía su larga polla en la mano, y estaba de pie detrás del chico rozándole el culo abierto con el piercing de la polla, usando mi esperma y mi saliva de lubricante. Pude ver cómo desaparecía el metal de su gran piercing dentro del ojete. Fue muy excitante, se me volvió a poner dura al masturbarme mientras veía cómo reventaban a Charlie, Sadiq le cogió por los hombros mientras que Rob le follaba la boca con su rabaco. Cuando Sadiq se la sacó, vi como escurría el semen del culo que yo había dilatado.

Apoyé los pies en un taburete, y le dije a Charlie que se esentase sobre mis botas, con las pelotas pegadas a los cordones rojos. Se restregó el paquete hasta que se le puso rojo. Rob estaba detrás de él, follándole el ojete que nosotros dos nos habíamos ya trabajado bien, follándole mientras yo me hacía una paja. El placer de Charlie estaba presente en su cara, con el brillo de los lapos y con la boca abierta en pleno éxtasis. Se corrió en mis botas mientras Rob le preñaba; cuando se levantó le dije que lo limpiase, a lo que obedeció servilmente. Le dejé terminar y le dije que me comiese el rabo hasta que me corrí y le besé en los labios que le olían a mi semen. "La próxima vez," dije presuponiendo que le volverían a invitar, "quiero azotarle con una vara mientras vosotros miráis. Un culo tan perfecto como ese debería aguantar mucho más que solo unas cuantas pollas." Son los chicos como él los que hacen que no quiera ser solo pasivo con los hombres a los que les gusta el cuero.

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